Discurso de

Edward McMillan-Scott

 

Ante la Conferencia de Berlín, 25 de abril de 2007

 

 

 

 

Primero que nada permítanme decir cuánto lamento no poder estar con ustedes en Berlín, pero resultó muy complicado irme de acá, Estrasburgo, donde tengo que asistir a las reuniones del Parlamento Europeo esta semana. Tuve el privilegio de viajar a Cuba en noviembre del 2006, como invitado del CIDC. Les agradezco mucho a los organizadores que me dieron esa oportunidad. Tenía planeado viajar con un colega del Bundestag alemán, pero a él le negaron su visa. Pasé tres días en Cuba y me encontré con toda una serie de diplomáticos y también con personas que, como espero, pronto serán capaces de formar un gobierno en la Cuba libre. Entre otros me encontré con las Damas de Blanco, cuyos maridos  aún permanecen en cárceles lejos de La Habana. Conocí a Oswaldo Payá y su familia; Oswaldo ganó el Premio Sajarov en 2002 y tuvo la suerte de poder viajar a Estrasburgo para recibir personalmente el premio, otorgado todos los años por el Parlamento Europeo a la libertad de expresión. Las Damas en Blanco, premiadas en 2005 no tuvieron tanta suerte. También me encontré con Martha Beatriz Roque Cabello,  disidente y una persona muy popular en Cuba,  cuyo trabajo por la diseminación de la objeción del comunismo, no sólo en Cuba, sino en toda la América Latina y más allá, está muy admirado.

 

Soy una de las personas del Reino Unido que, sin tener conexiones directas con Cuba, igual que la gente en Praga o en cualquier parte de Europa o del mundo, siente que Cuba se encuentra en una situación excepcional. Me atrevo a decir que si no hubiera ningún embargo de parte de los EE.UU., la gente en Cuba podría haber sido libre hace un tiempo ya, pero el embargo es una cosa dada. La UE en el otro lado también tiene una relación bien poco común con Cuba, para mis criterios maleducadamente exigente con el régimen; y la reciente visita del Comisario Louis Michel fue altamente controversial, especialmente los comentarios que hizo a su salida de la Isla. Así que soy uno de los que creen que la democracia y los derechos humanos son valores universales que algún día volverán a encontrar su expresión en Cuba. Soy optimista en el caso de Cuba, me siento enormemente agradecido por la oportunidad de hablar en esta conferencia y rindo mi tributo a todos ustedes, presentes aquí por su compromiso con la gente de Cuba.